Muchas personas consideran su existencia personal como el fruto de un azar, y atribuyen a este último el origen de todos los acontecimientos que suceden en su vida. Para estas personas, tanto las alegrías como las tristezas son hijas del azar. La suerte gobierna todo: origen, familia, juventud, estudios, matrimonio, enfermedades, accidentes, puestos de trabajo, amigos… Es como si la vida no fuese más que una sucesión de «micro-azares» que componen el conjunto de su existencia.
La Biblia revela a Dios como el Creador de todo, quien da la vida y la mantiene. Por el contrario, el azar, noción mentirosa e inconsistente, se insinúa fácilmente en la mente del hombre porque esto evita aceptar su responsabilidad ante Dios. ¡No! El azar no es la causa de la vida humana.
Mediante la Biblia aprendemos lo esencial sobre el origen y la finalidad de la vida. Ella viene de Dios y vuelve a él. Creada por él y para él, sólo puede ser feliz en él.
¡Sí! Su vida tiene un sentido, y no sólo un sentido, sino mucho valor para Dios. Él dio a su Hijo para salvarle porque, desgraciadamente, usted como todos los hombres están “muertos en vuestros delitos y pecados” (Efesios 2:1). Puede estar seguro de que no es una casualidad que este mensaje se dirija a usted en este día.
“Tú (Dios) formaste mis entrañas; tú me hiciste en el vientre de mi madre. Te alabaré; porque formidables, maravillo
sas son tus obras; estoy maravillado, y mi alma lo sabe muy bien” (Salmo 139:13-14).
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