Lo que podemos hacer en momentos así es aferrarnos a Jesús y clamar por su misericordia. Debemos recordar que Él es nuestro buen pastor, quien puso su vida por sus ovejas, y es capaz de ir a buscarnos a lo más profundo del abismo para rescatarnos y llevarnos a la luz. Jesús mismo nos considera y llama sus amigos. Él es nuestro amigo fiel, quien nos comprende en lo más íntimo de nuestro ser. Jesús conoce nuestra situación, y no nos abandonará jamás, ofreciéndonos constantemente su propia compañía.
"Porque no menospreció ni abominó la aflicción del afligido, ni de él escondió su rostro; sino que cuando clamó a él, le oyó"
(Salmos 22:24).
Bendiciones (✿◠‿◠) Mima
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